LA DRAMÁTICA HISTORIA DE FLINT EL PANADERO.

Hola, amigos de los cascalmendras y las bandanas anticoleópteros:

Hoy os quiero hablar de Flint. Flint era un humilde panadero, dedicado y trabajador, eficiente y dicharachero.
Flint vivía en un pequeño pueblo de la cornisa cantábrica llamado Valdepuercos de Ojoestrecho, donde ejercía día sí día también, surtiendo a los Valdepuerquenses de unas excelentes baguettes y unos exquisitos panes redondos.

Pero Flint no era perfecto. Todos los viernes por la tarde, le perdía su único vicio: El juego. Poker, Mus, siete y medio, solitarios... interminables timbas donde Flint se lo jugaba todo, su dinero, sus pertenencias, y su dignidad como panadero.

Un día, llegó demasiado lejos. Flint, en una mano que creía bendecida por la diosa fortuna, apostó una dimensión. Una dimensión.

Flint Perdió.

Flint, fotografiado en una esquina

Flint había perdido una de sus tres dimensiones, apostándola en una timba de Mus. Así fue cómo se convirtió en un pordiosero y perdedor panadero en 2d.
Sus manos bidimensionales no le permiten hornear con exquisitez las baguettes y las barras de a cuarto como antaño. Como una alma en pena, pulula por los barrios pidiendo una limosna, intentando alcanzar el importe de la deuda que - espera- le permitiría recuperar su dimensión perdida al liquidarla.

El bueno de flint, antes de perder su tercera dimensión

Lo que no sabe Flint, es que aquel que le ganó esa anhelada dimensión - Pete el frutero- no piensa devolvérsela a ningún precio, pues Pete tiene ahora cuatro dimensiones, siendo de este modo capaz de viajar en el tiempo y el espacio. Es de este modo que Pete siempre tiene frutas del tiempo frescas y de excelente calidad.

Miren este rostro, es un hombre desesperado

Envía este post a tus amigos. Organizaciones como Porretas Sin Fronteras y Manos Hundidas han prometido - palabrita de niño Jesús- Que por cada persona que reciba este post, un céntimo de Euro irá destinado a un fondo en las Islas Caimán, y, de ese fondo, un 0'2 % irá destinado a colaborar en la retauración de la tridimensionalidad de Flint, para que vuelva a ser un hombre entero, y, de paso, que en Vilapuercos vuelvan a tener un pan de calidad.

Si lo envías a 7 o 15 personas, la suerte te sonreirá cual ZP en campaña, te tocará la lotería
( aunque no compres boletos), te ascenderán a director general de cualquiera que sea tu empresa ( excepto las dedicadas a la taxidermia), y esa persona que amas en secreto ( truhán) te llamará y, sin razón aparente, te arrancará la ropa y te hará el amor sobre la mesa del comedor hasta que se te alise el vello púbico.

Por otra parte, si no envías este post, la mala suerte te acechará cual voyeur tras un matorral.

Tiffany, de Arkansas de Dalt, no envió este post, y fue atropellada por un camión mientras defecaba en su retrete.
Paul Hornster, de Michigan de Mar, no envió este post y combustionó de forma espontánea, siendo reducido a unos gramos de ceniza en 0'5 segundos, mientras ofrecía una conferencia sobre la imperativa obligatoriedad de llevar pantalones bombachos en las ciudades que empiecen por A. Como, por ejemplo, Álava o Albacete.

Para terminar, debo advertiros que Flint no está solo.
A modo de ejemplo, Marcus, un afable camarero de la localidad sureña de Jaralera del Potrillo, apostó su resolución en un casino, y ahora es conocido como el hombre pixelado.


Hemos de ser solidarios con estos perdedores de mierda. Está en tus manos.

Dedicado a Sorgio Porex, el católico anacoreta